Comentario
En que se concluye lo tocante a la ciudad de Cali y de otros indios que están en la montaña, junto al puente que llaman la Buenaventura
Sin estas provincias que he dicho, tiene la ciudad de Cali subjetos a sí otros muchos indios que están poblados en unas bravas montañas de las más ásperas sierras que hay en el mundo. Y en esta serranía, en las lomas que hacen y en algunos valles están poblados, y con ser tan dificultosa como digo y tan llena de espesura, es muy fértil y de muchas comidas y fructas de todas maneras, y en más cantidad que en los llanos. Hay en todos aquellos montes muchos animales y muy bravos, especialmente muy grandes tigres, que han muerto y cada día matan muchos indios y españoles que van a la mar o vienen della para ir a la ciudad. Las casas que tienen son algo pequeñas; las cobija, de unas hojas de palma, que hay muchas por los montes, y cercadas de gruesos y muy grandes palos a manera de pared, por que sea fortaleza para que de noche no hagan daño los tigres. Las armas que tienen, y traje y costumbres, son ni más ni menos que los del valle de Lile, y en la habla casi dan a entender que todos son unos. Son membrudos, de grandes fuerzas. Han estado siempre de paz desde el tiempo que dieron la obediencia a su majestad, y en gran confederación con los españoles, y aunque siempre van y vienen cristianos por sus pueblos, no les hacen mal ni han muerto ninguno hasta agora; antes luego que los ven les dan de comer. Está de los pueblos destos indios el puerto de la Buenaventura tres jornadas, todo de montañas llenas de abrojos y de palmas y de muchas ciénagas, y de la ciudad de Cali treinta leguas; el cual no se puede sustentar sin el favor de los vecinos de Cali. No hago capítulo por sí deste puerto porque no hay más que decir dél de que fue fundado por Juan Ladrillo (que es el que descubrió el río), con poder del adelantado don Pascual de Andagoya, y después se quiso despoblar por ausencia deste Andagoya, por cuanto, por las alteraciones y diferencias que hubo entre él y el adelantado Belalcázar sobre las gobernaciones y términos (como adelante se tratará), Belalcázar lo prendió y lo envió preso a España. Y entonces el cabildo de Cali, juntamente con el gobernador, proveyó que residiesen siempre en el puerto seis o siete vecinos, para que, venidos los navíos que allí allegan de la Tierra Firme y Nueva España y Nicaragua, puedan descargar seguramente de los indios las mercaderías y hallar casas donde meterlas; lo cual se ha hecho y hace así. Y los que allí residen son pagados a costa de los mercaderes, y entre ellos está un capitán, el cual no tiene poder para sentenciar, sino para oír y remitirlos a la justicia de la ciudad de Cali. Y para saber la manera en que este pueblo o puerto de la Buenaventura está poblado, parésceme que basta lo dicho. Para llevar a la ciudad de Cali las mercaderías que en este puerto se descargan, de que se provee toda la gobernación, hay un solo remedio con los indios destas montañas, los cuales tienen por su ordinario trabajo llevarlas a cuestas, que de otra manera era imposible poderse llevar. Porque si quisiesen hacer camino para recuas sería tan dificultoso que creo no se podría andar con bestias cargadas, por la grande aspe reza de las sierras; y aunque hay por el río Dagua otro camino por donde entran los ganados y caballos, van con mucho peligro y muérense muchos, y allegan tales que en muchos días no son de provecho. Llegado algún navío, los señores destos indios envían luego al puerto la cantidad que cada uno puede, conforme a la posibilidad del pueblo y por caminos y cuestas que suben los hombres abajados, y por bejucos y por tales partes que temen ser despeñados, suben ellos con cargas y fardos de a tres arrobas y a más, y algunos en unas silletas de cortezas de árboles llevan a cuestas un hombre o una mujer, aunque sea de gran cuerpo. Y desta manera caminan con las cargas, sin mostrar cansancio ni demasiado trabajo, y si hubiesen alguna paga irían con descanso a sus casas; mas todo lo que ganan y les dan a los tristes lo llevan los encomenderos; aunque, a la verdad, dan poco tributo los que andan a este trato. Pero aunque ellos más digna que van y vienen de buena gana, buen trabajo pasan. Cuando allegan cerca de la ciudad de Cali, que han entrado en los llanos, se despean y van con gran pena. Yo he oído loar mucho los indios de la Nueva España de que llevan grandes cargas, mas éstos me han espantado. Y si yo no hubiera visto y pasado por ellos y por las montañas donde tienen sus pueblos, ni lo creyera ni lo afirmara. Más adelante destos indios hay otras tierras y naciones de gentes, y corre por ellas el río de San Juan, muy riquísimo a maravilla y de muchos indios, salvo que tienen las casas armadas sobre árboles. Y hay otros muchos ríos poblados de iridios, todos ricos de oro; pero no se pueden conquistar, por ser la tierra llena de montaña y de los ríos que digo, y por no poderse andar sino con barcos por ellos mismos. Las casas o caneyes son muy grandes, porque en cada una viven a veinte y a treinta moradores.
Entre estos ríos estuvo poblado un pueblo de cristianos; tampoco diré nada dél, porque permanesció poco, y los indios naturales mataron a un Payo Romero que estuvo en él por lugarteniente del adelantado Andagoya, porque de todos aquellos ríos tuvo hecha merced de su majestad, y se llamaba gobernador del río de San Juan. Y al Payo Romero con otros cristianos sacaron los indios, con engaño, en canoas a un río, diciéndoles que les querían dar mucho oro, y allí acudieron tantos indios que mataron a todos los españoles, y al Payo Romero llevaron consigo vivo (a lo que después se dijo); dándole grandes tormentos y despedazándole sus miembros, murió; y tomaron dos o tres mujeres vivas, y les hicieron mucho mal; y algunos cristianos, con gran ventura y por su ánimo, escaparon de la crueldad de los indios. No se tornó más a fundar allí pueblo, ni aun lo habrá, según es mala aquella tierra. Prosiguiendo adelante, porque yo no tengo de ser largo ni escrebir más de lo que hace al propósito de mi intento, diré lo que hay desde esta ciudad de Cali a la de Popayán.